sábado, 29 de janeiro de 2011

António Muñoz Molina


«20 Coisas que aprendi na vida.» Acabo de ler, no suplemento Babélia do jornal El País, este admirável texto do escritor espanhol, que faço questão de publicar aqui na íntegra:

1) He aprendido que la ficción no tiene por qué ser la forma superior de la literatura narrativa. Quizás una novela sólo deba escribirse cuando no queda más remedio: cuando lo que hace falta decir sólo puede ser dicho inventando.

2) He aprendido las ilimitadas posibilidades expresivas que contiene el relato estricto de ciertos hechos: muchas de las mejores páginas de literatura que he leído en este tiempo pertenecen a libros de historia, a memorias, a biografías, a textos de divulgación científica, a artículos o reportajes de periódico.

3) He aprendido las ventajas de sumergirse en otro idioma: en el viaje de ida se descubre la música propia de otras lenguas y la voz verdadera de escritores a los que uno creyó conocer bien leyendo traducidos; en el viaje de vuelta uno se vuelve más sensible a la poesía implícita en su propia lengua, que antes no siempre advertía.

4) He aprendido algo que le oí decir a Salman Rushdie en Granada, en 1995: mientras escribe una novela un escritor de prosa debe leer mucha poesía, para aprender de su disciplina verbal y no dejarse llevar por la autoindulgencia palabrera. En la poesía se aprende precisión.

5) He aprendido a desconfiar del estilo, que cuando no es sino el sonido singular de la propia voz puede convertirse en una colección de muletillas, automatismos y parodias de lo que uno mismo ya ha escrito.

6) He aprendido que uno debe desconfiar de sus facultades, reales o presuntas, y sacar todo el provecho que pueda de sus limitaciones.

7) He aprendido que escribir es empeñarse y es dejarse llevar en la misma medida en que es contar algo que se sabe y también aventurarse en lo que no se sabe y no habrá manera de que llegue a saberse si no es mediante la escritura misma.

8) He aprendido que la percepción del lector común aficionado a la literatura tiende a ser más aguda y más libre de prejuicios que la de la media de los expertos, críticos o profesores.

9) He aprendido que los prejuicios y los malentendidos lo influyen a uno mucho más de lo que cree, de modo que hace falta estar en guardia siempre contra ellos: quizás si Virginia Woolf no hubiera sido una mujer yo no habría tenido que llegar a los cincuenta años para descubrir la radicalidad estética y la hondura humana de novelas como Mrs. Dalloway o To The Lighthouse.

10) He aprendido que por muchos años que uno cumpla y mucha familiaridad crea tener con la literatura siempre está haciendo descubrimientos jubilosos que lo deslumbran, como un geógrafo o un explorador al que le fuera dado descubrir una nueva montaña, un nuevo continente: así encontré hace unos años Vida y destino, de Vasili Grossman, que era como un Everest en el que casi nadie hubiera reparado, o Under the Volcano, que debí haber leído cuando era más joven, pero que tal vez por la edad a la que llegué a ella me hizo una impresión todavía más profunda.

11) He aprendido que en la música o en la pintura -y en la fotografía, y en el dibujo- se contienen lecciones fundamentales para mi oficio de escribir: en la música un sentido de la composición y del flujo del tiempo que organiza el relato de una manera más flexible y menos evidente que la trama argumental; de la pintura, una disciplina de la observación y el espacio. En el dibujo y en la música de jazz hay un aprendizaje específico, o tal vez sólo un propósito: el instante atrapado en un instante; el acto mismo de la escritura como momento supremo, presente soberano que no existía antes ni será posible, al menos de la misma forma, un minuto después.

12) He aprendido que los únicos estimulantes que necesito para escribir están dentro de mí mismo, en la orgía electroquímica de los neurotransmisores que combinan súbitamente imágenes del recuerdo o de la fantasía en un sueño lúcido. Por comparación con esa efervescencia el efecto de cualquier droga, de la nicotina o del alcohol es una bagatela, un gasto inútil de energía física y mental.

13) He aprendido que el ejercicio físico y las tareas prácticas ayudan a que se dispare la imaginación y a que las ideas, las imágenes, las conexiones, las palabras, surjan más velozmente. Gracias a la ebriedad de oxígeno de una carrera o de una buena caminata o a la atención alerta y la multiplicidad de pequeñas tareas necesarias para cocinar un arroz he inventado personajes o situaciones o giros argumentales que de otra manera no habrían surgido.

14) He aprendido que una parte muy grande del trabajo de escribir un libro se ha ido haciendo sin que uno se diera cuenta mucho antes de que comience la escritura. El proyecto de una novela o de cualquier texto narrativo sólo vale algo cuando es el resultado de la cristalización de experiencias, lecturas, imágenes, recuerdos, deseos, que de pronto se hacen visibles y se vinculan entre sí como en un mapa de conexiones neuronales.

15) He aprendido que ninguna vivencia, ninguna historia, es en sí misma tan particular o tan local que no pueda hacerse universalmente inteligible; y también que nada hay tan provinciano como ciertas formas enfáticas de cosmopolitismo.
16 He aprendido que en cada generación hay un cierto número de escritores jóvenes que llegan a convencerse, con la ayuda de algunos periodistas y críticos, de que su juventud no es un hecho transitorio y bastante frecuente, sino un rasgo absoluto de originalidad y talento.

17) He aprendido que de todos los personajes que inventa un novelista el menos sólido, el menos verdadero, el más convencional, suele ser el personaje público en el que se convierte a sí mismo.

18) He aprendido a convivir con la inseguridad y con el desaliento, con la incertidumbre irremediable sobre el valor de lo que he hecho, con la vulnerabilidad ante los juicios negativos y la sospecha de que puedan ser menos infundados que algunos elogios
.
19) He aprendido que nada más terminado un libro ya empieza a convertirse en un remordimiento que unas veces se cura con el tiempo y otras no, y para el que solo existe el antídoto de empezar otro libro en el que será posible no cometer los mismos errores: si hay suerte, se cometerán errores distintos.

20) He aprendido que todo lo que me gusta me gusta todavía más que hace veinte años: escribir, leer, mirar cuadros o películas, escuchar música, pasearme por las ciudades que amo, estar cerca de las personas queridas, acordarme de las que se fueron, que a veces vuelven en los sueños; y me pregunto qué cosas que ahora ni sospecho aprenderé si vivo otros veinte años, qué historias de las que ahora no sé nada surgirán en la imaginación y se convertirán en libros, no necesariamente novelas, libros que se parezcan tan poco a los que he escrito ahora como mi vida presente a la de hace veinte años.

quarta-feira, 19 de janeiro de 2011

Da inteligência

As pessoas com convicções muito fortes, ou são estúpidas ou não regulam bem. Mas quem regula bem? Eu não, por certo. Serei então estúpido? Claro que sim. De resto, ninguém é inteligente o tempo todo. A inteligência é uma intermitência.

Da estupidez

O jovem goza com o velho, o magro com o gordo, o cabeludo com o careca e assim por diante. Se o Homem não fosse tão estúpido, estaríamos bem perto do paraíso.

Da cultura

Cada vez mais, a cultura de que falam os jornais não passa de uma feira de vaidades. A verdadeira cultura é clandestina. É uma resistência heróica à vaidade dos outros. É uma luta de todos os instantes, contra nós próprios e a ideia da morte. A verdadeira cultura é aquilo que nos transforma em nós próprios a cada instante. Não há nada menos fútil, nem mais distante da cultura institucional.

Tudo-nada

Um tudo-nada. Não há em português expressão que eu goste mais do que esta. Porque nesta contradição está toda a vida.

A caminho de casa (hoje)




Aos meus olhos, estas fotos «iluminam-se» umas às outras. Como palavras num poema-

domingo, 16 de janeiro de 2011

Enter The Void


Gaspar Noé, o polémico autor de Irréversible (2002) tem um novo filme, Enter The Void. A obra dura cerca de duas horas e meia e com ela o realizador quis, nitidamente, inventar não apenas uma nova maneira de contar uma história, mas também de filmar. De certa maneira, consegue-o. tenho a certeza de que nunca viram nada que se pareça, a não ser que já tenham tomado LSD ou outras substâncias alucinogénias.
Infelizmente, mais do que o conteúdo, parece contar aqui a forma. Deslumbrado com o seu próprio virtuosismo, o cineasta quer dar-nos a ver tudo o que imaginou, não apenas por fora mas também por dentro. Por isso, a câmara, que anda sempre a pairar no ar, mergulha frequentemente no interior das coisas e das pessoas.
Quanto à história, é quase banal centrando-se em Oscar e na sua irmã Linda, cujos pais morreram num acidente de automóvel. Ambos a residir em Tóquio (numa Tóquio alucinante que evidentemente não existe), fazem o que podem para sobreviver aos seus demónios. Ele vendendo (e consumindo) droga, ela trabalhando num clube de strip-tease e dormindo com o patrão.
Uma noite, Oscar é apanhado numa rusga e morto a tiro pela polícia, quando procura ver-se livre da droga numas latrinas. Mas o seu espírito (ou melhor, a câmara de Gaspar Noé) fica a pairar sobre a irmã e os amigos, sem dúvida porque o cineasta está deslumbrado com a sua nova maneira de filmar e porque faz questão de fazer valer o seu estatuto de artista maldito, mostrando-nos várias cenas de sexo real e um aborto.
Não tenho a certeza de ter gostado, mas sei que nunca mais o vou esquecer.

Da felicidade

«O prazer é a aúnica coisa que se deve viver», dizia Oscar Wilde. E acrescentava: «Nada envelhece tão bem como a felicidade»-

sábado, 15 de janeiro de 2011

Bairro Alto







Pobre Portugal

Segundo o Público, ontem, na zona de Marvila, a PSP baleou um homem que fugia depois de ter roubado uma padaria. Ele e um cúmplice foram presos e o pão furtado, no valor de 15 euros, foi devolvido à padaria. Os nossos polícias são uns heróis. bem os vejo, todos os dias, à porta do Minipreço a vigiar as velhinhas para entram e saem.

quarta-feira, 12 de janeiro de 2011

Da escrita

Escrevo à boca pequena. Em literatura, não sei gritar.

Da parentalidade

«Il n’y a pas de bon père, c’est la règle ; qu’on n’en tienne pas grief aux hommes mais au lien de paternité qui est pourri». Quem o disse foi Jean-Paul Sartre, na autobiografia Les Mots.

Da série «Cartazes»




terça-feira, 11 de janeiro de 2011

Pensamento do dia

Amor é atenção.

Murmúrios do mundo


Michel Foucault: «Temos pois que escutar atentamente todos os murmúrios do mundo e procurar as imagens que não encontraram o seu lugar na poesia.»

Comprenne qui pourra

Sei uma coisa: não sou sou má pessoa. Nunca o fui, nunca o serei. Tenho horror à maldade e sempre que fui cruel foi porque reagi como um animal ferido. De resto é o que sou mais profundamente: um animal ferido.

*

Em boa verdade, só me importam verdadeiramente, meia dúzia de pessoas no mundo. Só essas conseguem ferir-me.

*

Apesar de tudo, não me vejo na pele de uma vítima. Tive algum azar na vida, mas quem não teve? Sinceramente, se sou vítima, sou-o de mim próprio. Como toda a gente, suponho. No final, temos sempre o que merecemos. Sei-o melhor que ninguém: apenas tenho o amor que mereço. Oxalá toda a gente tivesse esta consciência.

*

Amo os meus filhos como amo a vida. Aliás, ser pai é como estar vivo: é ao mesmo tempo uma bênção e uma maldição. Trazer um filho a este mundo, ou melhor, a esta sociedade, é algo que merece o maior castigo. Hélas!

sábado, 1 de janeiro de 2011

Feliz 2011

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